El título de la obra pertenece a un poema de Hugo Padeletti, poeta santafesino, con cuyos textos trabajo habitualmente. Remite a la percepción de ese tiempo brevísimo, que apenas se instaura se hace pasado, que resulta apenas perceptible temporalmente.
Para Padeletti el instante es un ahora, en el continuo de la vida y la muerte, de alguna manera implica cierta fijeza, en la cual el tiempo se libera de transcurrir. No puede ser medido, pero ¿se podría intentar demorar su fugacidad con procedimientos poéticos? ¿puede atraparse un instante en una imagen impresa, detener su transcurrir y congelar ese ahora en particular?
El tríptico está realizado mediante un collage con diversos papeles, impresos con la técnica de origen japonés denominada “mokulito” (litografía sobre madera). Aunque algunas imágenes se repiten aprovechando las posibilidades de multiejemplaridad que brindan las matrices, la obra es una monocopia por su composición única.
Organicé fragmentos de estampas en blanco y negro y en color que representan la flora y fauna de las islas cercanas a la ciudad de Rosario y el fuego de las quemas, y el humo que invade el espacio urbano cuando sopla el viento desde el este. Muchas vidas penden de un hilo, es preciso que estén alertas para evitar la muerte, pero no todos pueden salvarse. Hay quienes sólo observan lo que sucede, otros prefieren no mirar.
El equilibrio de la obra es precario, una leve brisa puede desestabilizarla, mecerla, girarla, generar choques y superposiciones. No posee vidrio protector, sino que el papel está expuesto al medio, a la humedad, a la luz solar y a otros agentes que pueden afectarla (insectos, hongos, etc.) Aunque no es una obra efímera, es una metáfora de la fragilidad.
Entonces, el instante capturado en cada estampa ¿puede permanecer estático e imperturbable? ¿cuánto dura un instante?